Uno de los propósitos de los maestros zen en sus enseñanzas es la liberación de la cárcel de los conocimientos y prejuicios. Estamos apegados a nuestras costumbres y prejuicios; el lenguaje del zen debe ser capaz de liberarnos. En el budismo el saber constituye el mayor obstáculo para el despertar. A este obstáculo se le llama obstáculo de conocimiento y se trata de los conocimientos basados en conceptos. Si estamos dominados por esos conocimientos no tendremos la posibilidad de ir más allá y realizar en nosotros el despertar. El Sutra de las Cien Parábolas cuenta la historia de un joven viudo que vivía con su hijo de cinco años. Un día al volver a su casa la encontró incenciada; había perdido a su hijo. Cerca de la casa quemada estaba el cadaver carbonizado de un niño que él creyo que era el suyo; y en ese estado de animo lloró a su hijo y preparó la cremación de los restos según los ritos de la India.
Guardó las cenizas en un saquito que llevaba siempre consigo, noche y día, en el trabajo y en el descanso. Pero resultó que su hijo no había muerto carbonizado, sino que lo habían secuestrado unos forajidos. Un día el niño se escapó y volvió a casa de su padre. llegó a medianoche, cuando su padre iba a acostarse, llevando siempre consigo el famoso saquiro. Llamó a la puerta. "¿Quién es?", preguntó el padre. "Soy tu hijo". "Mentira, mi hijo murió hace tres meses". Y se empeñó en no abrir. Al fin, el niño tuvo que irse y el pobre padre perdió para siempre a su hijo tan querido...
Esta parábola nos enseña que cuando se ha admitido determinada como verdad absoluta y nos hemos aferrado a ella, ya no se acepta abrir la puerta aunque la verdad misma venga a llamar. El practicante del zen debe ejercitarse para poder liberarse de su apego a los conocimientos y abrir la puerta de su ser para que pueda entrar la verdad. Su maestro debe ayudarle también en esos esfuerzos. El maestro zen Lin-Tchi dijo una vez: "Si te encuentras a Buda, mátalo; si te encuentras al patriarca, mátalo".
Para quien sólo tiene devoción esta declaración es terrible porque lo trastoca todo. Pero su efecto depende de la mentalidad y de las capacidades de quien la escucha. Si la mente es fuerte, tendrá capacidad para liberarse verdaderamente de toda autoridad, sea cual fuere, y cumplir en sí la última verdad. La verdad es la propia realidad, no los conceptos. Si nos aferramos a los conceptos y los consideramos la realidad, perderemos la realidad. Por eso hay que "matar" los conceptos para que la realidad pueda realizarse y revelarse. Matar al Buda es sin duda el único medio apara ver a Buda. El concepto que nos hayamos formado de Buda impide ver al propio Buda.
Las Claves del Zen. Thich Nhat Hanh. Ed. Neo Person